QUILMES Y EL MITO DEL ETERNO FUTURO  
    

14 de agosto de 2018 > Publicaciones > Centro de Estadísticas

QUILMES Y EL MITO DEL ETERNO FUTURO

     
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QUILMES Y EL MITO DEL ETERNO FUTURO

Lic. Fernando Rubino

Quilmes cumple 352 años de vida. Una de las ciudades más antiguas de la Provincia de Buenos Aires y característica de todas las complejidades de la región en que está inserta. Ubicada al Sur de la capital argentina, con casi 600.000 habitantes, Quilmes es la tercera ciudad en población del Conurbano Bonaerense, un área que concentra el 63% de la población de la Provincia de Buenos Aires y el 35% del total del país. El Gran Buenos Aires es una región donde desde mediados del Siglo XX las migraciones internas en busca de trabajo confluyeron consolidando una gran metrópoli de perfil productivo semi-industrial y trama urbana desigual, tanto en términos económicos y sociales como habitacionales, ambientales y culturales.

La rica historia de nuestra ciudad abarca la resistencia de los Indios Kilmes en el NOA y su posterior sometimiento y desarraigo, la cerveza emblema de los argentinos acá y en el mundo, la costanera que supo ser uno de los centros del miniturismo metropolitano en el Siglo XX, la cuna del Quilmes Atlético Club, decano del fútbol argentino, y el Club Argentino de Quilmes, primer club criollo de fútbol, la fábrica del alfajor de culto para el paladar de los bonaerenses, la fundación de Vox Dei, una de las bandas pioneras del rock argentino con toda la implicancia cultural que eso tuvo, un destino elegido por las sucesivas corrientes de inmigraciones extranjeras en distintas épocas [1] , la nefasta historia de Pozo de Quilmes que ningún jefe comunal debería desconocer [2], y desde hace 30 años una importante ciudad universitaria donde asisten estudiantes no sólo quilmeños, por citar sólo algunos hechos/procesos emblemáticos.

Pero también Quilmes es la misma ciudad que desde hace algunas décadas logró un consenso generalizado en todos o casi todos los vecinos que la habitan: el desarrollo “se estancó”. Podría decirse que este fenómeno responde a factores externos: el neoliberalismo como corriente económica hegemónica desde la década del `70 produjo una transformación urbana notable con una ola de fábricas cerradas y desocupación debido a los profundos cambios en el sistema de producción, consumo y empleo global. El principal escenario en el cual se plasmaron estos resultados fueron las grandes urbes como nuestra región metropolitana, ocasionando no sólo masiva desocupación y pobreza sino problemas severos de acceso y mantenimiento del suelo, el hábitat y la vivienda. La recuperación económica que se dio con los doce años de gobiernos kirchneristas revirtió considerablemente los principales indicadores macroeconómicos y sociales, generando mejoras en la calidad de vida de las mayorías populares y trabajadoras, pero no fue suficiente para transformar radicalmente la realidad urbana que habitamos [3], y desde el retorno de las políticas neoliberales con el actual gobierno el panorama es de retroceso, nuevamente. Sin embargo, la veracidad de esta historia de variables externas oscilantes no es explicación suficiente para abordar un diagnóstico de las deudas que tiene Quilmes con los y las quilmeñxs. La teoría ofrece muchas herramientas, pero alcanza también con mirar experiencias y realidades de municipios vecinos para tomar conciencia que un gobierno municipal puede y debe asumir otro compromiso, otro rol, para ser motor de un desarrollo que nos incluya a todos.

A la par de la desarticulación del entramado de producción global y las crisis económicas y de los estados (como sucedió en la Argentina en la década del `90), también se dio otro fenómeno de escala mundial: los gobiernos locales han ido adquiriendo mayor relevancia en la definición de políticas públicas destinadas a mejorar las condiciones de vida de las poblaciones. El principio de subsidariedad, que indica que la mejor instancia de gobierno para resolver problemas es la más cercana al ciudadano, cobró mayor relevancia a nivel mundial, promoviéndose procesos de descentralización. Los municipios entonces adquirieron una mayor cantidad de competencias y funciones. La característica en nuestro país es que este proceso no fue acompañado de los recursos necesarios, ante lo cual los gobiernos subnacionales y locales generaron una serie de capacidades de gestión innovadoras para mejorar la provisión de los servicios públicos, el cuidado del medio ambiente, promover el acceso a bienes culturales, educativos y de salud, el acceso a la justicia, generar mayor participación en la vida democrática y comunitaria, mitigar la fragmentación social y urbana, planificar el crecimiento, organizar el uso del espacio público y la seguridad, mejorar la cobertura y frecuencia del transporte público, promover derechos ciudadanos en los sectores de menores recursos, atender socialmente a los colectivos sociales débiles, en emergencia social o minoritarios, potenciar la radicación de empresas, proyectos y generar clústers productivos sectorizados, asistir técnicamente al sector productivo y de servicios para mejorar su competitividad, fomentar el asociativismo entre municipios para obra pública estratégica, incentivar las prácticas de la economía social y popular, generar coordinación con organismos provinciales y nacionales presentes en el municipio, entre otras. Ninguna de estas cualidades de innovación en la gestión pública parece haber recalado en Quilmes. Nuestra ciudad sigue debatiéndose entre hacer asfalto, luz, agua y cloacas, que son los objetivos principales de las ciudades … pero de hace 100 años! (que se entienda: no por ello deben dejar de ser prioridades de gobierno porque son urgentes, pero decimos que ya deberían estar resueltos, o por lo menos ser objeto de una planificación seria a largo plazo).

Es necesario mencionar algunos indicadores sobre nuestra ciudad para ilustrar el análisis, saber dónde estamos parados y ponderar la gravedad que representa el bajo nivel de gestión municipal:

• Porcentaje de hogares con agua de red [4]: 92,47
• Porcentaje de hogares con desagüe cloacal [5]: 59,38
• Porcentaje de hogares con gas en red [6]: 66,97
• Porcentaje de hogares con al menos un indicador NBI [7] [8]: 9,2%
• Barrios Informales: 35 asentamientos / 18 villas / 12 de otro tipo [9]
• Porcentaje de ocupados no registrados: 39,6 [10]
• Bajo acceso a computadoras en población mayor a los tres años [11] (55%)
• Tasa de analfabetismo [12]: 1,3%

La actual gestión de Cambiemos, con Martiniano Molina a la cabeza, asumió en 2015 producto de un hartazgo a nivel local con los gobiernos anteriores [13]. Las llaves del triunfo del macrismo quilmeño fueron, además, un diagnóstico más de sentido común que de análisis técnico-profesional, montado sólo en la crítica, un conjunto de propuestas carentes de rigurosidad técnica pero verosímiles y necesarias a los ojos de la ciudadanía, y el nivel de conocimiento del candidato a intendente de desconocida vocación por la cosa pública, pero con intensa exposición mediática gracias a su actividad gastronomía en la TV nacional. A esto debe sumarse la empatía que genera entre las importantes capas medias y medias altas de nuestra ciudad la cuestión porteña, de la que el embrión del PRO supo sacar provecho con un discurso ciudadano más ambicioso que transformador [14] que le permitió ilusionar a sectores de nuestra ciudad sobre cualidades que giraban en torno a la transparencia y la eficiencia para gestionar y resolver los problemas cotidianos del lugar donde uno vive. Esa expectativa inicial, sustentada en un conjunto de obras públicas que se encararon al principio de la gestión Molina con más difusión y voluntad que sentido estratégico, hoy se encuentra en crisis debido al agotamiento del discurso orientado al futuro “que siempre está por llegar” cuando se lo pone en comparación con el presente, donde los quilmeños no sólo no ven futuro (un claro ejemplo fue el largo conflicto por la recolección de residuos), sino que no escapa lo local a la caída estrepitosa de la economía en lo que va de 2018. El anunciado recorte a los fondos de la obra pública del gobierno nacional para provincias y municipios, derivado del ajuste mandatado por el Fondo Monetario Internacional, no hace más que agravar el panorama.

En el plano de la gestión local, la cuestión de la transparencia se puede mechar con la falta de respuestas del municipio a las críticas de oposición política y de actores de la sociedad civil que cuestionaron la ejecución presupuestaria del molinismo [15] [16] como lo hemos hecho desde IDEAL Quilmes. Además, también quedó en jaque con el escándalo de los “aportantes truchos” de la campaña bonaerense de Cambiemos en 2017, donde muchas de las identidades falsificadas eran del municipio que conduce Martiniano Molina, puntualmente de un barrio al que se le debe tanto y desde hace tanto tiempo como es Villa Itatí.

En síntesis, desde esta nota sostenemos que tamaños problemas estructurales son producto de factores externos, sociohistoricos y globales relacionados al neoliberalismo y su sentido de libre mercado y exclusión, y también de una acumulación histórica de malas gestiones municipales. Un plan de desarrollo local es una planificación a largo plazo y no puede implementarse exitosamente si el proyecto provincial y nacional no acompañan generando crecimiento e inclusión. Se agrega además que hay deudas pendientes también en el plano institucional para las gestiones municipales, sobre todo en el territorio bonaerense. La todavía ausente modificación de la constitución provincial que asegure la autonomía municipal como mandata la reforma de la Constitución Nacional en su artículo 123 es una [17]. La coparticipación secundaria de la provincia hacia los municipios es otra, generando una situación absurda y problemática como es que los municipios del interior reciben hasta 10 veces más de coparticipación per cápita que los metropolitanos. Pilar, Tordillo y General Guido recibieron en 2017 recursos provinciales por $19000 por habitante, mientras que Moreno y Quilmes obtuvieron $ 1700 [18]. O sea, el sistema de distribución de la Provincia de Buenos Aires hoy hace que ahí donde hay más necesidades, hay menos recursos.

Sin embargo, se insiste que estos factores externos no excusan la responsabilidad de la jefatura comunal sobre la ausencia de un plan para la ciudad. Es impostergable empezar a pensar y discutir con todos los vecinxs, porque la política no es sólo asignar recursos sino construir representaciones de la realidad que se plasmen en discursos que orienten la acción pública, qué Quilmes necesitamos y queremos para las próximas décadas. Mientras se siga demorando los problemas serán cada vez más complejos, multicausales y difíciles de resolver. Ejemplo de ello es la falta de regulación a los desechos industriales que se arrojan en los arroyos Las Piedras y San Francisco, que sumados a la falta de regularización y urbanización de los asentamientos que los rodean e impiden la normal recolección de residuos generan un combo ambiental complicadísimo de contaminación, microbasurales, pobreza estructural, inundaciones, y todo esto termina siendo un determinante social para la salud de la población, que se agrava además con el deficiente sistema de centros públicos de atención a la salud (salitas) con que cuenta el municipio.

Accionar seriamente sobre los barrios periféricos en situación de vulnerabilidad, urbanizando y regularizando la situación dominial de lxs vecinos, diseñar un dispositivo de comunicación y transporte eficiente entre todos los puntos de la ciudad (el tránsito Este-Oeste hoy es deficiente), dotar de la infraestructura necesaria para hacer más atractiva la ciudad a la radicación de empresas e industrias y fomentar los parque industriales, estudiar y trabajar en un perfil productivo de la ciudad que incluya también la formación de los recursos humanos necesarios, repensar la relación entre el río y la ciudad, recurso no sólo natural sino económico, garantizar a todos los sectores de la población el acceso a la salud, la educación, la cultura, articular con otros municipios e instancias de gobierno las obras necesarias sobre los siempre problemáticos arroyos, ser desde la comuna una voz de representación de los intereses de lxs vecinos, visibilizando problemáticas como la desigual coparticipación o el impacto del tarifazo en los servicios públicos, hacer más partícipe a la ciudadanía en la toma de decisiones con herramientas como el presupuesto participativo [19] o los foros vecinales y sectoriales, incorporar más a la universidad y todos los recursos de que dispone sobre investigación y transferencia en la resolución de nuestros problemas. En definitiva, pensar estratégicamente, organizar y accionar. Las futuras generaciones de líderes políticos quilmeños deberán incorporar todas estas variables si no pretenden pasar a la historia como otro jefe/a comunal que utilizó la intendencia sólo como un trampolín para una carrera política, sin comprender nunca cuáles son los problemas de los quilmeños y quilmeñas. Se trata de construir futuro, se hacer una ciudad donde de manera sustentable todos estemos incluidos y podamos desarrollar nuestra vida social y económica, se trata de planificar la comunidad organizada de la que habló un conocido estadista argentino hace ya tiempo.

IDEAL QUILMES





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